miércoles, 6 de junio de 2012

Conoceréis la Verdad y la Verdad Os Hará LIBRES



Si aceptamos la imposibilidad de una revolución ética, por ejemplo, en el campo del Periodismo por considerarla “utópica” no sólo estamos aniquilando el deber más fundamental del periodista (respeto a la verdad, no mentir ni engañar a los receptores, no manipular la información, no ocultar información trascendental, no desviar la atención con noticias insustanciales -que haga calor en verano y que haga frío en invierno no es noticia, etc-) sino que además hemos normalizado la mentira, la falsedad y la hipocresía. Aceptamos que los medios de comunicación no defiendan nuestros intereses, sino los intereses privados, los intereses del Capital (con resignación, eso sí). Aceptamos y vemos como algo normal que nos mientan y manipulen porque sino tendríamos la valentía y honestidad de apagar la tele y empezar a buscar la verdad por nosotros mismos.

Y este punto es aplicable a la sociedad por completo, al sector corrupto de la Industria Farmacéutica, de la Medicina, de la Economía, de la Educación, de la Nutrición, etc. Es decir, exigimos honestidad y transparencia a los políticos o a los empresarios, mientras que nosotros no somos capaces de ser honestos con nosotros mismos y la razón fundamental es que la sociedad está estructurada de acuerdo a un sistema jerárquico y piramidal, donde la corrupción que está arriba del todo, ha infectado e intoxicado las profesiones hasta sus bases. Esto no significa que no pueda haber muchas personas honestas con su trabajo o que no sean conscientes de que están siendo intoxicados, porque precisamente la forma de operar del sistema es mentir y manipular bajo una aparente “objetividad” y método “científico”.

Por tanto, insisto, en que la corrupción se encuentra en la propia raíz de la sociedad, en nuestro propio interior. No porque sea nuestra naturaleza, sino porque nos la han implantado, nos han intoxicado desde pequeños con la publicidad, con la educación, con la socialización, etc. La sociedad es simplemente una extensión de esa corrupción, una consencuencia de nuestras propias acciones.

Para escuchar publicidad o propaganda me voy a un mitin político, a un banco para que me convenza y explique las razones por las que supuestamente debería confiar en ellos o a la sede de Monsanto, para que me expliquen las razones y las supuestas evidencias científicas que confirman la calidad de los transgénicos.

Dicen que la ignorancia hace la felicidad, pero sólo momentáneamente, porque al final el infierno e incomodidad que creas debido a eso, es peor que la incomodidad y difícil digestión (con su consiguiente indignación) que supone reconocer la verdad.



<<Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres>>


BY: Nico Ribas



TÚ ELIGES

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